7 mar 2019

8 de marzo


Una vez, siendo niña, descubrí a la mujer
que me enseñó a montar en bicicleta
tiñéndose las canas: se había puesto, 
porque la resistencia mancha,
una camisa azul de su marido muerto.

El cinturón de Hipólita es aquella camisa.

Mi primera maestra, Doña Cati,
enseñó a leer a tres generaciones de españoles
a través de sus gafas, ya estando jubilada: Mi-pa-pá
es-el-más-gua-po-del-mun-do-y-mi-ma-má-la-más-fuer-te
del-pla-ne-ta-tie-rra.

El cinturón de Hipólita es aquel par de gafas.

El día de su boda con el poeta Manuel Altolaguirre,
la poeta Concha Méndez caminó
flotando, con su traje de menta, hacia el altar
de los Jerónimos: su ramo de novia era un manojo 
fresco de perejil.

El cinturón de Hipólita es aquel ramo verde.

Y el modo en que mi madre, a los cincuenta, le cambiaba las pilas
a su audífono para asistir a clases en la universidad 
(las manos son las mismas que, con catorce
años, dejaran los compases y dictados
para ponerse a amasar pan).

El cinturón de Hipólita nunca lo robó Hércules.

Hércules robó el oro,pero no la riqueza. 
¿Cómo expoliar aquello que se mama,
capital invisible, indivisible, cual río
sangre abajo? Robó Heracles el oro. 
Nos dejó la nobleza.
El cinturón de Hipólita
Martha Asunción Alonso
                                                

No sé si quiero renunciar
. a mi dentadura
. a mis huesos fuertes
. a mi cabellera brillante
. a las pocas dioptrías negativas que me quedan
. a la piel firme y entera de mi estómago.

No sé si quiero perder el dominio sobre mi vejiga y
. tener que andar todo el día comprimiendo unas bolas
. chinas en mi interior para evitar el pañal para adultos.
No sé si quiero renunciar
. a mi silencio
. a mi alimentación improvisada
. a las noches en vela por un libro demasiado interesante
. a mi habitación limpia, con olor a lavanda,
. a mi sueño en fin de semana, profundamente invernal.

No sé si quiero vivir a través de alguien,
cuando mi vida me basta bien.
No sé si soy tan generosa.
No. Diría que no lo soy.
No aún, por lo menos.

Quizás no sea mamá.
Quizás borre del horizonte 
“lo mejor que me puede pasar en la vida”.
Quizás no traiga a nadie nuevo 
a este lugar extraño para que también,
si me sale mujer,
tenga que plantearse todo esto.
 Acabar con todo esto
Elena Barrio




RauLuz, Vallecas. Madrid 2019

1 comentario:

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