Abrimos los ojos. No se escucha ni el más pequeño ruido. Recordamos que no hace tantos años una algarabía de voces infantiles y ruidos de todo tipo llegaba desde la calle. Arrastrar de patines, las ruedas eran de metal. Aparatos de fricción y cuerda... Ocupando la calle los niños mostraban sus juguetes a los amigos, a los adultos que los compartían con gran interés... Cosas de los microchips silenciosos y que en la calle, a pesar del día soleado, no se ve ni una criatura.
Publicidad en la Revista Nueva Era de 1 de octubre de 1926
RauLuz. Vallecas, Madrid 2010
2 comentarios:
hermoso...
...Y triste no escuchar a las criaturas más amenudo ocupando la calle... Y no a esos bárbaros irredentos del botellón nocturno que no saben beber, no saben divertirse y no saben lo que es una papelera aunque tenga el codo apoyado en ella (esto último, en el caso de nuestra preciosa placita, es absolutamente verídico).
Un gran abrazo
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