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El estado de Colorado se halla geográficamente en un punto del mapa de los EEUU, cuya equidistancia a los más importantes centros de producción musical americana se aprecia más que significativa. Sin ser el corazón de nada, está a medio camino entre California y el eje Chicago-St.Louis, no excesivamente alejado de La Luisiana y Texas y dadas las dimensiones de aquel país, relativamente cercano a la frontera con México, de acuerdo, Nueva York sería la excepción que confirma la regla.
Tal vez sea por esa especie de cruce de caminos musicales, que los hermanos Wood, que crecieron en Boulder, Colorado, se impregnan de las mejores esencias de los estilos de la música que les rodea. Sea como fuere, Chris y Oliver, vivieron en una familia con sensibilidad artística y decidieron ser músicos.
Oliver, el mayor, se marchó con su guitarra a Atlanta, formó parte de la banda de Tisney Ellis y al cabo de un tiempo se puso a componer y fundó los King Johnson, una más que respetable formación de Funky Blues Rock.
Chris eligió Nueva York para dar rienda suelta a sus inquietudes como contrabajista; en 1990 formó junto a John Medeski y Billy Martin el trio de Jazz-Funk, Medeski Martin & Wood, formación donde el peso específico se reparte a partes iguales entre la libertad del Jazz y la métrica del Groove.
Parece ser que tanto a Oliver como a Chris, las cosas les iban razonablemente bien por separado, pero la casualidad quiso que 15 años más tarde del comienzo de sus carreras en solitario compartiesen escenario en un concierto en North Carolina, según sus propias palabras, la opinión de ambos es unánime, descubrieron que había entre ellos una conexión especial, algo que iba más allá de lo musical:
Chris comenta... Y fue una experiencia escalofriante, como mirarme a mí mismo, Oliver tenía muchos de mis impulsos. Parte de aquello eran influencias, parte era sangre.
Nada volvió a ser igual después de aquello para los Wood Brothers. En algunas reuniones familiares decidieron actuar para su gente e improvisar sobre la marcha. El siguiente paso fue buscar en su interior y ponerse a componer.
En el año 2006 editan su primer disco Ways Not To Lose, 12 piezas, 5 de ellas apoyadas por la batería y percusión de Kenny Bullesen y el resto ejecutadas a guitarra, contrabajo y voz, una auténtica delicia. Después se editan dos álbumes más de estudio en los que el dúo incorpora a otros músicos aumentando su propia sonoridad pero sin perder la esencia, dos grabaciones en directo y un disco de versiones.
Me gustaría detenerme en su último trabajo The Muse de 2013, donde los Wood trabajan con el percusionista Jano Rix que parece ser ya el tercer miembro del grupo. Rix toca el Shuitar, una guitarra acústica a la que se le añaden instrumentos de percusión y que hace las funciones de batería, se toca golpeando con las manos en diferentes partes de la caja para lograr el sonido adecuado, además de esto el mismo Jano también se atreve con partes de teclado. Pero lo más sorprendente de The Muse, es la sensación de frescura y conjunción que desprende el disco. La mayor parte del trabajo se grabó en la misma toma en el estudio de Buddy Miller con los tres protagonistas alrededor de un set de micrófonos. Como podemos ver en el video que usaron como promo de The Muse.
Toni Pedrol, La Teoría del Taburete. Barcelona 2015
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