6 sept 2018

Sobre las versiones

En este espacio de paseo Lunar tenemos el privilegio de contar con Toni Pedrol articulista excepcional.
Toni, grande guitarrista del grupo musical La Teoría del Taburete que junto a Alba Domínguez y Pep Cachazo trabajan un blues con  depurada estética de las músicas populares y académicas.
Como ya saben los que por aquí transitan Toni nos acompaña cuando quiere eligiendo temas de su libre elección. En esta ocasión nos trae un original y copias con ecos selenitas a una sección del programa que gustaba de este tipo de juegos sonoros deliciosos.
Les acompaña Toni Pedrol. Disfruten.


After the Gold Rush, Después de la fiebre del oro. 
Tercer álbum de estudio del músico canadiense Neil Young. 
Reprise Records agosto de 1970. 


Dos frases. De las muchas que nos dijo en clase el maestro Eduardo, dos de ellas han quedado subrayadas en mi cerebro prevaleciendo por encima de todas las demás. También nos hablaba de armonía, maneras de improvisar, escalas y demás rudimentos musicales que tenían que conformar en el futuro la argamasa de nuestra base como músicos. Pero aquellas dos sentencias que no contenían técnica ni truco alguno, significaban actitud y aun diría más, significaban una manera de entender la música. La primera decía algo así:

Probablemente ninguno de vosotros será Miles Davis, ni Tete Montoliu, ni Dizzy Gillespie; algunos espacios están reservados únicamente a los genios y en esta categoría caben muy pocos músicos, pero que no cunda el pánico, con trabajo, tenacidad e ilusión se puede llegar muy lejos; podréis llegar a ser realmente buenos si os lo proponeis.

Bien, aquello era digerible para mi, básicamente porque nunca quise ser un genio y por otro lado aquellos nombres me sonaban, pero no era realmente consciente de su inmensidad musical. La segunda frase venia inevitablemente asociada a la primera:

¿Que cómo se llega al dominio del instrumento? Copiando a los maestros, a los grandes genios; escuchándolos hasta la saciedad, imitando sus fraseos, su manera de acompañar, su concepto del ritmo y cuando tengamos sus lenguajes en la cabeza, aplicar la técnica musical que sólo se consigue con trabajo. Esto es una carrera de fondo.

Ahí ya se me complicaban las cosas. Me explicaré, cuando llegué a mis primeras clases de guitarra de jazz yo era un chavalín de la periferia de Barcelona que tocaba rumbas en la calle con los gitanos, pero sabía que había algo más, ese algo más hacía ya unos años que en mi fase autodidacta me había llevado a tocar de manera rupestre alguna canción de Barricada o Triana. Eso fue lo que le dije a mi primer profesor de guitarra acompañado de la coletilla: También estoy sacando alguna de Leño, haciéndome el chulo, pues para mi, Leño era material superior. Así que aquel hombre me respondió: Toma esto, escúchalo e intenta sacar algún solo. Era una cassette grabada del original donde rezaba escrito a bolígrafo: John Coltrane, Giant Steps. Llegué a casa y lo puse. Lo escuché. Entero. Aquello era como una excursión a Urano. No entendí nada de nada. Pero, ¿cómo diablos me iba a convertir en un buen músico escuchando aquello? El siguiente día de clase le dije al profesor la verdad. Estaba abatido. Imposible para mi. Él me respondió que aquel era justamente el efecto buscado. Podría lograrlo, pero tenia que organizarme conceptualmente y estudiar. Empezar desde el principio, informarme, comprender los pasos, subir uno a uno los escalones y así, sólo así podría llegar a la conclusión de que aquello no era una marcianada, entender que aquel hombre que soplaba su saxo como un ciclón en Giant Steps, era la evolución de un camino que no acaba nunca. Que Coltrane también escuchó a los maestros de su tiempo. Entonces me pasó un disco de BB King y me enseñó el blues de 12 compases y su escala pentatónica. Luego vinieron Duke Ellington, Louis Armstrong, los standards más sencillos y al cabo de los años entendí y valoré la genialidad de John Coltrane, Charles Mingus y Thelonius Monk.

Todo esto viene a cuento para dejar clara mi idea del músico como melómano y admirador de los maestros. No me da buena espina cuando escucho a alguien decir cosas como:

No, no escucho a nadie, no saco solos ni progresiones armónicas de nadie para no adquirir vicios...

Considero imprescindible hacer versiones, aunque sea en régimen interno, para uno mismo. Hacer tuya aquella pieza que tanto te gusta y desde el respeto al original tratar de aportarle tu granito de arena. A propósito de una conversación unos meses atrás con Luz Élez en la que le decía que estaba reescuchando viejos clásicos de los 60-70, me llegó la idea. Uno de aquellos discos que con la nueva escucha y el paso de los años me parece mejor de lo que me pareció en su día es After The Gold Rush de Neil Young. Allí estaba Southern Man, pieza claramente precursora de lo que sería el sonido de Neil Young & amp; Crazy Horse. Con un mensaje claramente antiracista denunciando las atrocidades del sur de EEUU nos dejaba esta versión, la original:


Merry Clayton, reputada vocalista de Nueva Orleans, participó en numerosas grabaciones como corista, entre ellas en el disco de debut de Neil Young en 1969 y bien conocida por su colaboración en la canción Gimme Shelter de los Stones. Clayton, hizo en su disco de título homónimo en 1971 esta versión irresistible; totalmente soul con un acompañamiento que sin perderle la cara al tema, sin apenas variaciones armónicas ni melódicas lo convierten en un registro funky con el bajo y la percusión dotando de músculo a la pieza. Los giros y la acentuación vocal de Merry resultan imprescindibles en el color que toma la versión. Muy buena.


Vamos con Rebecca Loebe. Esta joven cantante y compositora de EEUU se hizo popular al presentarse a uno de esos concursos tipo La Voz. Parece ser que goza de prestigio en los círculos  de lo que se denomina Americana. En cualquier caso, su versión de Southern Man acompañada únicamente por el contrabajo de Andrew Pressman es una auténtica delicatessen de ambos intérpretes. La voz de Rebecca es cristal fino pero robusto. Por su parte, Pressman dibuja un bajo fibroso, con una línea melódica que contiene la armonía y pinceladas percutivas que asientan la métrica de la pieza. Deliciosa.


Siguiente. La verdad es que no soy muy fan, más bien nada, de la técnica del  Loop Station, ya saben, un tipo solo se lo guisa y se lo come, ¿de qué manera? Pues usando el susodicho invento. Se trata de tocar e ir grabando capas una sobre otra; una especie de Photoshop musical. Pero la verdad es que hay gente que lo maneja con gracia. Es el caso de Paolo Serra, conocido como Powlean. Guitarrista y cantante nacido en Trieste, Italia, auténtico trotamundos que desde hace unos años cayó rendido a los encantos de la isla de Fuerteventura donde es más que conocido por su espectáculo One Man Show en el que interpreta grandes clásicos del rock americano. Trabaja marcando una base rítmica simple pero efectiva y usando técnicas percutivas sobre las cuerdas apagadas de la guitarra, luego bases armónicas que va cambiando en función de como avanza el tema, los solos están bien logrados,  interpretados con gusto;  su voz sin ser un prodigio transmite credibilidad en lo que hace. El experimento funciona. Atención al final donde solapa varias líneas de guitarra y finiquita el tema de un modo un tanto apresurado, pero sin perder el control. No sé como debe de ser un concierto entero de este hombre, pero este tema, personalmente me parece muy logrado.


Para terminar, volvemos con el maestro. Esta vez en acústico y 44 años más tarde. Poco se puede decir de Neil Young, auténtica leyenda viva del rock, que… de acuerdo, el crujir de esa vieja Gibson Les Paul con pastillas P90, es piedra angular del sonido del rock'n'roll, pero su faceta acústica que jamás ha abandonado desde el principio de su carrera es definitiva. Mi amigo Eduard Bosch, magnífico guitarrista, me dice que Neil Young no es un prodigio de la técnica, pero que para hacer sus temas en acústico como él quiere hacerlos, su manera de interpretar es sublime. Estoy de acuerdo. 
Un tono más grave que la original de After The Gold Rush, con la voz envejecida, pero interpretada tanto a guitarra como a voz con la misma emotividad que    cuando era un jovenzuelo de 25 años. Neil Young vuelve a tocarnos las fibras internas. Pa' siempre.


Cinco versiones de Southern Man. Tratadas con calidad y respeto. Existen muchísimas más, pero considero que estas cinco nos permiten degustar el tema desde diferentes puntos de vista. Lo cual enriquece musicalmente a sus intérpretes y empuja a la pieza a la carpeta de los clásicos. Porque como dice Tommy Emmanuel: Resulta imprescindible estudiar la técnica, pero no olvidéis el estudio de las canciones, porque al fin, éstas son las que nos enamoran.

Toni Pedrol, La Teoría del Taburete. Barcelona 2018

1 comentario:

Unknown dijo...

Extraordinario articulo del gran maestro del blues y gran amigo Tony