Germán Díaz. Foto de Alfredo Moreno García |
Así que manos a la obra y le solicitamos a D Antonio Álvarez, ideólogo y factotum de la revista Ghaita, que sea tan amable de contarnos alguna cosa enjundiosa sobre este vallisoletano-galaico. No se si no lo recuerdo o es que no quiero, a la mierda se que no me envió con su voz tonante, pero si que me dijo que qué me creía y que estaba muy liado preparando su viaje al Festival de Getxo y alguna lindeza más. Yo como Ulises me agarro fuerte al timón-teléfono y espero, no se en que punto colgó la llamada con un... Ya veremos.
La sirena había cantado.
A las pocas horas suena el teléfono, D Antonio Álvarez al aparato para comunicar: está en vuestro correo, hice dos versiones una seria y otra con humor, me quedo con la segunda que es la que mando y si no os gusta al Delete... Y el título lo pones tu... Vale, vale.
German Díaz y Diego Martín |
Y logramos llegar a Itaca.
Así que aquí está el artículo que sobre Germán Díaz escribe D Antonio Álvarez, coordinador general de la revista Ghaita:
Me pregunta esta simpática amiga si conozco a este individuo, el llamado Germán Díaz, y me sonrío porque es una pregunta incómoda.
Cuando lo vi en una galería comercial, próxima a la famosa Avenida de la Castellana de Madrid, iba con otro individuo sospechoso y sacó de un estuche una especie de escarabajo de madera con manivela y cuerdas ¡Un artefacto del siglo XVIII en una galería de pijos! Entonces hacía más o menos música tradicional castellana, pero claro este individuo no podía estarse quieto y anduvo con otros tan raros como él, gente que se juntaba en monasterios y tocaban ese instrumento de ciegos y de tontos, dice el refrán, llamado zanfona. En fin que no sólo se alió con individuos españoles sino que se contaminó con esas gentes raras de más allá de los Pirineos donde lo inconcebible se mezcla con lo popular. Tomó clases de una tal Isabelle Pignol. También estudió con Pascal Lefeuvre, más tarde trató y hasta llegó a grabar un disco con él. Lo de este sujeto ya roza el delito: toca música de Stockhausen, Bela Bartok y similares nombres, justos terrores de las mentes pías de orejas pringadas de perfume y amantes de cosas tan naturales como las zarzuelas y los valses...
Total, que este Germán es vallisoletano, lo sé porque su tío es don Joaquín Díaz, una persona a la que todos admiramos y que trabaja ahora en Urueña por el bien de la tradición, que suspirará preocupado cuando le lleguen noticias de las travesuras del tal Germán que revolotea de festival en festival por toda la geografía europea codeándose con tipos que con enorme desparpajo dejan correr la inventiva desde la tradición, gente que por fortuna no vemos en la tele que suenan poco en las radios y dudo que los conozcan en sus propias casas… ¿Verdad niños que nadie sabe quién es Anouar Brahem, Richard Galliano, Vicent Curtois, Valentin Clastrier, Gabriele Mirabassi? Y no sigo porque la lista es larga e, increíblemente, está engordando día a día.
Tanto trabajo de la tele para que, al fin y a la postre, estos individuos alegren la vida, den sentido a la música y jueguen con el pentagrama… O eso es lo que se habla por ahí.
Escuchando a uno de estos sujetos me decía un día mi vecino: ¡Aquí hay placer, deseo de vida! Y yo también dudé ¿Y si lleva razón?
Cuando lo vi en una galería comercial, próxima a la famosa Avenida de la Castellana de Madrid, iba con otro individuo sospechoso y sacó de un estuche una especie de escarabajo de madera con manivela y cuerdas ¡Un artefacto del siglo XVIII en una galería de pijos! Entonces hacía más o menos música tradicional castellana, pero claro este individuo no podía estarse quieto y anduvo con otros tan raros como él, gente que se juntaba en monasterios y tocaban ese instrumento de ciegos y de tontos, dice el refrán, llamado zanfona. En fin que no sólo se alió con individuos españoles sino que se contaminó con esas gentes raras de más allá de los Pirineos donde lo inconcebible se mezcla con lo popular. Tomó clases de una tal Isabelle Pignol. También estudió con Pascal Lefeuvre, más tarde trató y hasta llegó a grabar un disco con él. Lo de este sujeto ya roza el delito: toca música de Stockhausen, Bela Bartok y similares nombres, justos terrores de las mentes pías de orejas pringadas de perfume y amantes de cosas tan naturales como las zarzuelas y los valses...
Total, que este Germán es vallisoletano, lo sé porque su tío es don Joaquín Díaz, una persona a la que todos admiramos y que trabaja ahora en Urueña por el bien de la tradición, que suspirará preocupado cuando le lleguen noticias de las travesuras del tal Germán que revolotea de festival en festival por toda la geografía europea codeándose con tipos que con enorme desparpajo dejan correr la inventiva desde la tradición, gente que por fortuna no vemos en la tele que suenan poco en las radios y dudo que los conozcan en sus propias casas… ¿Verdad niños que nadie sabe quién es Anouar Brahem, Richard Galliano, Vicent Curtois, Valentin Clastrier, Gabriele Mirabassi? Y no sigo porque la lista es larga e, increíblemente, está engordando día a día.
Tanto trabajo de la tele para que, al fin y a la postre, estos individuos alegren la vida, den sentido a la música y jueguen con el pentagrama… O eso es lo que se habla por ahí.
Escuchando a uno de estos sujetos me decía un día mi vecino: ¡Aquí hay placer, deseo de vida! Y yo también dudé ¿Y si lleva razón?
Antonio Álvarez. Director de la Revista Ghaita. Madrid 2011
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