Rosa María Calaf con claridad absoluta lo acaba de decir: El pueblo birmano no confía en la intervención internacional. Tras años y años de abandono exterior, secuestradas las libertades por la dictadura militar, en Birmania se tiene la sensación de que la ayuda, de llegar, lo hace muchos años tarde.
Aung San Suu Kyi, Premio Nobel de la Paz en 1991 y jefa de la oposición en Birmania, líder del partido Liga nacional para la Democracia, que vive en libertad vigilada desde hace muchos años, ha sido confinada en una prisión de seguridad por los militares, acusada de estar detrás de las movilizaciones que piden el restablecimiento de las libertades abolidas por el Ejército desde hace ya cuatro décadas. Los mismos militares que anularon las elecciones de 1991 que la proclamaron presidenta de Birmania.
Impuesto el toque de queda en las principales ciudades del país llegan noticias confusas sobre las primeras víctimas asesinadas por los militares.
La protesta comenzada hace 9 días por los monjes budistas se refuerza cada vez más con la presencia de la población birmana.
¿Podrán morir otras 3.000 personas como en 1988 sucedió con la represión de las protestas de estudiantes?
¿Porqué La Comunidad Internacional lleva 40 años de retraso en mostrar su rechazo a la situación del pueblo Birmano?
RauLuz. Vallecas 2007
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